La salsa, la bachata y otros bailes caribeños se acabaron en la sala de fiestas Antilla en noviembre del año pasado, cuando se vio obligada por las circunstancias a bajar la persiana. Ahora llega el siniestro desenlace empresarial. La firma que venía explotando el recinto, titulada Échale Salsita, termina sus días de forma infausta, mediante la presentación de un concurso de acreedores voluntario terminal. Lo tramita el Juzgado Mercantil número 4 de Barcelona.
El expediente es similar a otros que abundan últimamente. Échale Salsita está arruinada por completo, pues ya no queda ningún activo en el balance. El pasivo exigible o deuda sube a cerca de 0,4 millones.
Dos semanas para pensarlo
Ante semejante descuadre contable, el juzgado ha acordado conceder quince días a los acreedores para que estudien el nombramiento de un administrador concursal. Tal medida solo tiene sentido si estiman que se podría haber cometido una gestión fraudulenta.
Lo habitual es que si no se perpetraron irregularidades, los acreedores se abstengan, en cuyo caso el juzgado dictará la conclusión del expediente y el cierre definitivo de la sociedad.
Impagos
Échale Salsita se fundó en 1998, cuando abrió el local de la calle Aragó, ubicado entre Comte d’Urgell y Comte Borrell.
Hasta la presentación de la quiebra contaba con una plantilla de 15 empleados.
La empresa declaró una facturación de 0,7 millones en 2022, último año del que hay datos. Su administradora es Carmen Melchor Carpio.
El historial reciente de incidencias de Échale Salsita incluye un embargo de la administración local y cuatro sentencias condenatorias de los juzgados de lo social.
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